viernes, 12 de marzo de 2010

Cuando las entregas de premios no sirven

Nunca he entendido cuál es el verdadero chiste de las entregas de premios. A mi entender es premiar lo mejor de cada cosa. Casi siempre difiero por completo en las nominaciones y quienes posteriormente son premiados. Muchas veces los mismos nominados son cuates del jurado o de perdida, sus consentidos. Cualquier cosa que fulanito haga, no faltarán sus amigos aplaudiéndolos y lamiéndoles las botas. Dándole premios. Existe una especie de arreglo entre los postulados y jueces. En pocas palabras, casi siempre está arreglado.Es por eso que nunca me ha emocionado ver las aburridísimas entregas de premios.



Siempre he pensado mal de quienes de chutan las ceremonias enteras, no tienen nada mejor qué hacer. No me emociona ver los shows. Ni tampoco los cantantes. Mucho menos ver los números cómicos que están supuestamente improvisados, ni los ya programados. ¿A usted realmente le divierte ver a la decerebrada Katy Perry cayéndose sobre un pastel? ¿o a un par de cómicos gringos hacer un número idiota?





En lo único que realmente confío son los concursos. Aunque como en todo, siempre habrá una parcialidad hacia una tendencia o simpatía por una persona, los organizadores cuando menos se preocupan en buscar gente que tenga una idea de lo que se concursa. Sin embargo, también ahí en ocasiones hay amiguismos y arreglos...

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