sábado, 14 de febrero de 2009

A mucha gente no le gusta el carnaval

En febrero, mucha gente espera ansiosa ir al carnaval. Conocido como “el festival de la carne”, en esta época es clásico que en todo el mundo, autoridades gubernamentales, municipales y empresas privadas derrochen recursos en la celebración de dichas festividades.
Por algunos días, muchos descansan y hay diversión “para todos”. Aparentemente esto es bueno, sin embargo, el carnaval tiene dos caras: Así como mencionamos lo bueno que parece tener estas celebraciones, hay que realzar lo malo, ser críticos frente a un espectáculo que conforme pasan los años, se torna más decadente y patético.

Veamos, hasta hace algunos años, para ir al carnaval casi era una obligación disfrazarse.
Ahora, lejos de ser una festividad “familiar” esto se ha tornado casi en su totalidad en un lugar gobernado y dirigido por empresas cerveceras: una venta desenfrenada de alcohol, lo cual es excesivo suponiendo que van familias enteras y el líquido se vende a menores de edad para que se emborrachen en plena vía pública, salvo excepciones en algunos países. Cualquier diría “eso de la venta de alcohol a menores pasa en casi todos los lugares que conozco”, si y tal vez tengan razón, el problema es el carnaval va perdiendo la esencia y se ha transformado casi en su totalidad en un aburrido espectáculo con alcohol y con personas mostrando sus miserias.

El carnaval ha sido secuestrado. Han echado por la borda todo aquello que a muchos nos gustaba. No necesitamos beber hasta el agua del florero. Las carnestolendas padecen de lo mismo en muchas partes: un cúmulo de celebración vacía, completamente superficial con intereses únicamente comerciales y paupérrimamente artísticos. Por algo, llegué a no asistir a dichas festividades durante 15 años. Hace 2 años, por fin volví a ir y las cosas no han cambiado. El mismo tipo de ridiculeces, alentando a que la gente aplauda como oligofrénica por una u otra tontería, nada nuevo…es casi igual de aburrido que ver aquel programa de Raúl Velasco...Siempre lo mismo.

Les diría “no vayan al carnaval”, pero no me harán caso. Yo por mi parte, dudo asistir, y en dado caso que ahí estuviera, sería por un buen pretexto, es difícil convencerme para ver lo mismo, en el remoto caso que fuera, iría disfrazado.

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