jueves, 15 de marzo de 2018

Deshazte de tus chin….cosas de una vez por todas

¿Para qué guardar tantas cosas?



A veces, los sacudones en la vida nos permiten visualizar la vida de otra forma.
Te comento mi experiencia personal. Mi casa estaba llena de cosas inservibles e inutilizables. Focos que ya no se prendían, paredes húmedas, tuberías goteando. Tenía toda clase de cosas. Desde revistas viejas hasta papeles que me recordaban cosas, viajes y momentos. Acumulación tras acumulación…tal vez ese era el orden de mis ideas, de mi cabeza.
 En fin, un sinfín de porquerías que mi esposa siempre me sugirió que tirara. Más de una vez la sacaron de quicio. Lo hice, pero poco a poco. He de comentarte que fracasé una y otra vez. Lo justificaba una y otra vez. Me convencía una y otra vez que tenía mucha vida para tirarlas. “El siguiente mes”, “antes que acabe el año”, etc.

 No veía tener mi casa bien como una prioridad, como un orden primordial. Me concentré en otros asuntos y no en lo que debía.

Después de una tormenta personal, ahora me permito reparar, vender cosas y sobretodo, tirar o regalar muchas otras. Por ello, te invito a realizarte las siguientes preguntas:

¿Para qué tener tanta cosa?
¿Para tapar un vacío en el alma? ¿Alguna soledad?
¿Qué tal si en vez de enfocarnos en lo negativo lo hacemos en lo positivo?
¿Qué puedo hacer yo con lo que tengo?
¿Qué me sobre y de qué manera puedo ayudar a los demás?
¿Cómo hacer más por otros?

Apenas empiezo a desarrollar una vida un poco más minimalista y el peso necesario de cargar con cosas. No estoy ni cerca de llegar a un nivel que quisiera. Tampoco he podido digitalizar tanto como deseo. Ahora poco a poco voy cambiando un foquito un día, arreglando algo que estaba descompuesto. Otro día saco un artículo físico que no me sirve.
Los objetos salen sobrando. ¿Cómo desde donde estoy parado o sentado puedo realizar algo?

¡Tira tus chingaderas!


Pongamos el orden necesario en nuestra vida. Quitemos el peso innecesario de los objetos. Tal vez podrías estar cubriendo las necesidades de otras personas.
Porque hasta que salimos a la calle, vemos a alguien pidiendo caridad, mendigando por un pedazo de pan y descubrimos que aunque tengamos mucho, al final, no somos nadie, ni nada.

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