Que pequeña es la ciudad donde vivo. Lo digo porque en crónicas anteriores mencionaba a diversos personajes que en poco tiempo, me los he vuelto a topar por la calle.
En un post anterior, mencionaba al pervenator. Este esperpento lo encontré en una plaza comiendo comida chatarra acompañado de dos jovencitos. Afortunadamente el "pelota magullada" no me vio. En aquellos momentos, andaba yo acompañado de otra persona, a quien ya le había contado esa historia de la morsa cinéfila (para mayor información, lean el post “trabajos raros” en este blog), y entonces la persona que me acompañaba me dijo: “ese parece depravado”.
Por otra parte, a Gummy Bear lo vi tres veces en una semana y dos en un sólo día. La primera vez que me lo encontré fue en una exposición y venta de cuadros en los bajos del palacio municipal. Más adelante, lo vi en una gasolinera y ese mismo día me lo encontré en un café, donde con toda la familiaridad del mundo el oso de goma me platicaba que era gerente de dicho café.
Hoy mismo me pareció ver a cuatro personas que conozco en el poco tiempo que estuve en el centro de la ciudad. Repito ¡Qué pequeña es la ciudad donde vivo!
martes, 20 de enero de 2009
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