Un día que parecía como cualquier otro, recibí una llamada en la noche después de cenar:
-¿Alberto? Hola, ¿cómo estás? ¿Te acuerdas de mí? Soy fulana de tal, estudié contigo en la secundaria-. Decía una voz femenina que enseguida reconocí, a pesar que mis recuerdos de esa época son ya bastante borrosos.
-Oye, necesito un favorsootee, ¿me puedes dar el teléfono de tu hermana?, es que ella me da clases y me urge hablar con ella, porfa…-. Decía algo desesperada.
Le pasé el celular de mi hermana y concluyó con:
-muchiiísimas gracias, te recuerdo la junta de generación y blabla…por si quieres ir…-
La conversación anterior pudo haber sido de lo más intrascendente sino fuera porque después que vi hermana, me relató lo sucedido. Resulta que la señorita en cuestión era su alumna de la universidad (hecho que ya sabía, pues la misma me lo había dicho por teléfono) y estaba a punto de ser tronada por no cumplir no sé que requisitos que le habían pedido para la materia. Lo más surrealista del caso es que se enteró algo tarde (cuando estaba a punto de tronar) y tecleó en Google el nombre de mi hermana. Después, relacionó su nombre con el mío y pues como no tenía el mío, no sé como le hizo pero logró localizarme. Entonces, alguien le pasó el teléfono de otra persona que también me conoce y de ahí me contactó a mi. Cual cadena de Internet movie database, esta persona llegó a conseguir el teléfono de esta persona, quien a final de cuentas no repitió la dichosa materia, pero vaya, me dio una verdadera lección del que persevera, alcanza
lunes, 7 de julio de 2008
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