sábado, 10 de mayo de 2008
Cuando mi hermana sufrió un batazo en la boca
El otro día, en casa de un familiar encontré un bate de béisbol. Hecho de madera, me acuerdo cuando lo compraron en mi casa. Venía con una base y una pelota de plástico unidas por un hilo. Era para practicar béisbol y mi papá la había comprado.
La primera vez que mis hermanas vieron el simulador de béisbol, lo armaron y listo. Mi hermana mayor dio el primer “swing” con bate, yendo este a uno de los labios de la boca de mi otra hermana. El “hit” con el batazo dio como resultado para mi hermana un brote excesivo de sangre y nueve puntadas en el hospital.
El simulador de bateo nunca lo volvimos a usar. Tal vez estuvo guardado y no sé que pasó con él. El bate lo seguimos usando mi hermano y yo, hasta qué en algún momento se lo donamos a unos familiares. Ahora, cuando lo observé en casa de mis familiares, recuerdo aquella vez en que mi hermana quedó con boca de pez cherna. No sé preocupen, 15 años después, la boca de mi hermana está normal.
Los accidentes pasan. También, cuando era todavía más pequeño, nunca olvidaré el gigantesco golpe que sufrí cuando jugaba con mis hermanos el famoso juego de “la gallinita ciega”. Teníamos poco tiempo de habernos mudado, un día decidimos jugarlo y para los que no se acuerden como era ese juego, el chiste es atrapar a una de las personas y adivinar quien es mientras el que trata de atraparlos tiene los ojos vendados con una pañoleta o con lo que uno encuentre. Al jugarlo, recibí un golpe tan fuerte al estrellarme la cara con la puerta de mi cuarto, que casi pierdo el conocimiento.
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