Desafiantes. Revertidoras de toda la ñoñez que en los
ochenta tanto éxito tuvo en la industria musical. Inteligentes. Fueron una
bocanada de aire fresco durante una década. Su mayor virtud: honestidad. Su
mayor pecado: ¿cantar rock alternativo?¿dónde están? ¿quién se las llevó?
Alanis
Morisette, Sheryl Crow, Sarah McClachan, Fiona Apple, Tracy Bonham, Suzanne
Vega, Julianna Hatfield, PJ Harvey, Lisa Loeb… ¡Tracy Chapman! Cada
quién tendrá sus favoritas.
Mucha gente me dirá hoy en día existen Regina Spektor, Tegan
and Sara o “equis” solista que canta pop sofisticado. Pero digo no, hay algo que no es lo mismo.
Aunque algunas gocen de un notorio talento, ya no provocan lo mismo. Hace falta
alma, emoción, mucho talento. Sintetizador y caja de sonidos no sustituyen a
guitarra en mano. Imagen no supera a virtuosismo. Es inútil. Son inigualables. Los misóginos me acusarán que me gusta música
de “viejas” o “machorras”. Una vez más, el machismo musical se impuso.
Actualidad
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Hoy en una época donde las Shakiras, Miley Cyrus y el “perreo”
son las dominantes, ¿a quién le importa el Blues o si Tracy Chapman saca disco?...un
momento, si no tienen un dueto con algún hiphopero, “beyoncera” o video en You Tube o en Vevo no valen la pena. ¿Por qué habrían de importarnos sino “venden”?